Por Luke Addison, socio del Club Rotaract de la University of Winchester, Inglaterra y contacto multidistrital para RIBI
La primera vez que oí hablar de ShelterBox fue en 2013. En ese entonces, recién me había convertido en el presidente del Club Rotaract de la University of Winchester y me había fijado como meta, junto con varios amigos, crear un grupo de participación en proyectos nacionales e internacionales. Tuvimos, y hasta el día de hoy, tenemos la suerte de contar con el apoyo del Club Rotario de Winchester en todas las actividades que realizamos. Este club les permitió a nuestros socios participar en sus proyectos y, por lo tanto, crear fantásticas conexiones. Un socio rotario en particular me habló de ShelterBox y sobre la labor que realizan; asimismo, sugirió que recaudáramos fondos para ellos. En solo unos pocos días, nos encontramos de pie junto a una tienda de campaña ShelterBox a las siete de la mañana en la Winchester University recaudando fondos para la organización.
Los últimos años en que he trabajado estrechamente con Rotaract y Rotary a nivel internacional, así como el tiempo que he dedicado a participar en diversos proyectos con distintas organizaciones alrededor del mundo, han despertado en mí un fuerte interés y empuje por lo que me gustaría lograr en el sector humanitario.
Cuando una mañana recibí una invitación para asistir a un curso de tres días sobre cómo funcionan las operaciones de ShelterBox, no dude en aceptarla. Luego de un par de semanas ya estaba haciendo mis maletas para tomar un vuelo de diez horas con destino a Truro. Tras llegar sumamente temprano a la sede de ShelterBox, un miembro del equipo me vio esperando afuera en el frío y, creo que sintió pena por mí, ya que me invitó a entrar. El curso no comenzaba hasta el medio día; sin embargo, Alex Youlten y varios otros integrantes del equipo ofrecieron mostrarme las instalaciones y me introdujeron ShelterBox. Durante mi recorrido por las instalaciones me invitaron a una reunión de operaciones que se estaba llevando a cabo en ese momento y en la cual estaba participando todo el equipo, estudiando donde se estaba enviando actualmente la ayuda de ShelterBox, y hablando sobre asuntos internacionales. En ese entonces yo ya estaba muy entusiasmado con la organización y el curso ¡aún no había comenzado!
Luego de conocer al resto de los participantes del curso nos dirigimos en un minibús hacia el campamento de formación. Comenzamos con una sesión informativa acerca de la organización y luego nos dedicamos a instalar tres carpas afuera, las que serían nuestro alojamiento durante los próximos días.
Los tres días que duró el curso fueron una fascinante combinación de actividades de resolución de problemas, excursiones, juegos para desarrollar el espíritu de equipo e incluso reflexión crítica dentro de un aula. La última parte me sorprendió dado que, si bien esperaba oír más sobre la labor que realiza la organización, no había comprendido con exactitud el trabajo que esto conlleva. Me refiero a que, estudiamos a fondo la psicología humana y la manera en que las personas reaccionan ante las catástrofes; asimismo, estudiamos también los dilemas éticos y morales, como también el nivel de fortaleza y compasión que se necesita para operar eficazmente.
Incluso aprendimos cómo el departamento de captación de fondos de la organización trabajaba y asistimos a una presentación de Richard Lee, director de recaudación de fondos y comunicaciones. Esto fue una parte de la organización que si bien no esperaba ver, fue claramente eficaz ya que tuvo a todos en la sala sugiriendo maneras de ayudar.
ShelterBox y Rotary comparten los mismos objetivos humanitarios y han trabajado en colaboración durante más de dieciséis años gracias a la ética y objetivo que tienen en común. Las dos organizaciones han formado una sólida colaboración en proyectos internacionales, la cual aumenta cada año en magnitud y complejidad. Esto provee una ayuda internacional excepcional, lo que incluye también a los rotaractianos, cuya energía juvenil, compasión y conocimiento local son aprovechados en muchos despliegues de ShelterBox y respuestas a los desastres.
Nos trataron con mucho respeto y me sentí muy valorado en mi calidad de “forastero”. Agradezco mucho haber sido invitado a este curso, ya que durante el mismo se me entregó tanto más. Ya casi podía palpar mi lugar en ShelterBox. Nunca había oído de una organización sin fines de lucro que invitara a visitar su sede, mostrar sus instalaciones, permitir presenciar una de sus reuniones de operaciones, para luego llevarte al campo de formación donde proporcionan tres días de capacitación sobre la labor que realizan. Fue, realmente, una de las experiencias más impresionantes que jamás he vivido y alentaría a todos a tomar este curso e informarse sobre las muchas maneras en que tu club puede colaborar con esta gran organización.
Estoy muy agradecido y espero con ansias volver a trabajar con ShelterBox.