ENTREVISTA A ANTOINETTE KANKINDI, LA MUJER QUE FORMA MUJERES LÍDERES EN ÁFRICA

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La profesora de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Strathmore (Kenia), Antoinette Kankindi, ha recibido el Premio Harambee 2017 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana por su proyecto African Women Leadership, una iniciativa con la que pretende “desvelar el liderazgo” de las mujeres de su propio continente “sin dejar a nadie atrás”.

La esencia de este programa dirigido desde África a las mujeres de África es “reducir la desigualdad, fomentando la igualdad de oportunidades, y consiguiendo más autonomía económica para que las jóvenes de Kenia no sigan saliendo de su país y llenando las filas de inmigración de otros países occidentales”.

Lee a continuación la entrevista realizada por la revista España Rotaria a la galardonada.

Antoinette, quiero que me hables en primer lugar del papel de la mujer en África ¿Cómo conseguís conciliar el tema de que la mujer siga ocupando un papel tradicional dentro de las familias con ese intento de salir a la vida laboral, la vida académica y la vida universitaria?

Es un desafío porque las políticas laborales no favorecen este equilibrio. La influencia de otros factores externos no facilita esta conciliación y la urbanización nos va sacando de la tradición a la fuerza. Es por eso que quiero intentar que las mujeres que vengan a la formación que yo ofrezco regresen a su tierra y puedan tener cómo responsabilidad social directa una iniciativa comunitaria focalizada en las demás mujeres para que superen poco a poco esos desafíos que siguen siendo grandes, y que también siguen presentes en lo que llamamos el primer mundo.

Muchas mujeres han llegado tanto a niveles académicos cómo laborales y empresariales teniendo que sacrificar algo, y ese algo desafortunadamente ha sido algunas veces la familia.

Se trata de igualdad de oportunidades, pero también de poder atender a su familia y seguir siendo el pilar de la sociedad como es característico en la mujer africana.

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Un día leí una declaración tuya en la que decías que el feminismo en el denominado primer mundo habla mucho de derechos y muy poco de deberes ¿Cuáles crees tú que son esos deberes que la mujer no es que no pueda compartir, sino que los hombres no dejan que compartan?

Yo siempre veo esto cómo un desafío. Hay un periodista español que lo ha puesto mejor que yo diciendo que la igualdad entre el hombre y la mujer también aquí es más legal que real.

Yo creo que esos discursos que hablan de derechos sin deberes, fallan en la estrategia de cómo la mujer tiene que presentarse en su identidad femenina. No debemos mostrarnos cómo una amenaza al hombre sino como alguien que va a jugar el mismo papel en temas profesionales y en temas sociales, pero que también va a jugar su papel para que el hombre pueda desarrollar el suyo también, porque si no desequilibramos todo.

Por ejemplo, si leemos la constitución de Kenia, que es una constitución muy reciente porque se votó en el referéndum del 2010, en el capítulo ocho en el que se habla sobre los derechos del ciudadano verás que solo se habla de derechos, pero no se mencionan en absoluto los deberes.

Quizás porque estoy en el mundo académico, me permito reflexionar sobre el peligro que ya está aquí. Si vamos solo con un discurso de derechos sin deberes, el desequilibrio para la mujer va a ser peor porque los hombres adoptarán una posición más defensiva para proteger su territorio. La mujer tiene que sacrificar muchísimo más de lo que ellos nunca van a sacrificar. Es algo muy peligroso y por eso me preocupa.

Lo cierto es que sí que es un peligro en todo el mundo realmente porque la conciliación de la vida familiar no existe.

Y si llega a existir, es porque la mujer es la que está mejor posicionada para recuperarla. ¿No cree usted? (ambas se ríen)

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Usted da clases de filosofía política y supongo que habrá estudiado a fondo el papel no solo de las mujeres sino de la sociedad en general en África. Se habla mucho de las continuas emigraciones. ¿Qué se puede hacer para que la gente no quiera emigrar? Hay voces que dicen que toda ayuda económica que se dé a África se pierde en gobiernos corruptos y que no llega al destinatario final que es el pueblo y eso favorece la emigración. ¿Cómo podría resolverse ese problema desde el punto de vista de Occidente? ¿Hacía donde tendrían que ir las ayudas para que en realidad se hagan efectivas?

La ayuda no se pierde solamente a nivel de gobiernos sino también al nivel de muchas ONG.

No todas, pero muchas saben cómo conseguir los fondos y crean una burocracia sofisticada en la que se queda el dinero. Es un negocio que además es independiente del país, porque algunos no pagan impuestos ya que las ayudas vienen con esa condición y se crea otro mercado paralelo de filantropía, que de filantropía tiene poco porque no deja ser más que un negocio para unas cuantas personas.

El único modo para encontrar ayudas eficaces es encontrar a gente desde dentro que entienda las necesidades desde dentro, es decir, gente que haya estudiado los problemas locales.

Lo que falta son soluciones locales a problemas locales. Las ayudas no van a ser eternas, sino que deben destinarse a proyectos que empiezan para que después esos proyectos puedan sostenerse por sí mismos.

Háblenos un poco de su proyecto. El proyecto para crear líderes femeninos en África que saquen adelante sus respectivos países. ¿Cómo empezó, cómo lo lleva adelante, de quién recibe ayuda, qué ha conseguido hasta el momento y qué espera conseguir?

Empezaré por el final. El año pasado no conseguí ningún tipo de financiación porque yo era la única que estaba buscándola. Este año vine a España con la esperanza de suscitar interés en lo que estoy haciendo y conseguir ayuda. Sin embargo, no he conseguido mucho de momento.

La idea empezó cuando un día impartiendo clases, mis alumnos se enamoran de la idea del bien común que explico en la filosofía política porque es un concepto viejo que nos viene de los clásicos griegos. A mí me encanta leer a los clásicos griegos porque cuando los leo me recuerdan a los viejos de mi tierra. Platón, por ejemplo, escribe igual que los viejos de mi tierra.

Siempre pensé cómo traducir esto en acción, no solamente en un entendimiento claro. Una acción ciudadana que no provenga del estado.

En el 2012 me encontré a un señor que estaba trabajando para una organización formada en Inglaterra que se llama “Integrity Action” porque yo quería formar parte de un programa que se llama Integrity Leadership y llegamos a la conclusión que ambos teníamos las mismas ideas. Me plantearon fusionarme con ellos aplicando mis conocimientos y los de ellos. La financiación la consiguieron ellos a través de la red de donantes de “Integrity Action” y la primera formación se ofreció a un grupo de mujeres y hombres. Cómo ellos la financiaban, ellos eligieron a los participantes y trajeron a un grupo de personas procedentes de diferentes países africanos.

En esta primera capacitación, un nigeriano que estaba en ese grupo me dijo: “Oiga, esto lo tiene que hacer para el sector público de mi estado”. El venía de un estado que se llama Benue, ya que Nigeria es un estado federal. Al final organizamos una capacitación para veintitrés altos cargos públicos del estado de Benue, la cual fue financiada con fondos públicos.

Luego recibí un correo electrónico de una mujer que había leído uno de los artículos que suelo colgar en internet para mi programa en la universidad y me propuso crear un seminario sobre el liderazgo femenino consiguiendo ellas la financiación y las alumnas que querían formar.

Yo al principio no estaba muy de acuerdo con alguno de los patrocinadores ya que estaban un poco en contradicción con aquello que yo enseño, pero ellas me dijeron que no me preocupara ya que los que iban a financiar esa acción concreta eran otros.

Esta mujer viene de un feminismo bastante radical, pero yo soy de las que pienso que se puede tener un diálogo con gente que tiene posturas distintas siempre y cuando podamos llegar a un punto de convergencia que sea para el bien de toda la sociedad. Como yo pienso que el liderazgo de la mujer es un bien para toda la sociedad, llegamos a un acuerdo.

Me invitaron a una conferencia que iban a realizar en Malaui donde asistieron todas las luminarias del feminismo africano, mujeres que han llegado a ser ministros, etc. En esta conferencia me presentaron también a las chicas que iban a participar en la capacitación y que también venían de diversos países africanos.

En el 2014 y 2015, capacitamos a este grupo. Y las que aparecen ahí, son las que emprendieron iniciativas a la conclusión de esta capacitación.

El problema de estas mujeres es que venían de otros países y yo no me podía desplazar para ver cómo iban haciendo las cosas, provienen de distintos ámbitos profesionales (unas eran políticas, otras empresarias, otras periodistas) y es muy difícil que vayan en la misma dirección.

Por ese motivo empecé a pensar que debía buscar financiación para capacitar a jóvenes empresarias en Nairobi y emprender una iniciativa a favor del desarrollo comunitario focalizado en la mujer del campo y las niñas que viven en chabolas y que no pueden costearse la universidad tras el colegio por falta de medios.

El año pasado no lo conseguí, pero sigo luchando para conseguir 50 000 euros. ¿Por qué 50 000 euros? Porque es una formación de jóvenes empresarias en la que participan mis colegas profesores de universidad y tengo que seguir los estándares de la universidad y pagar a los que colaboran porque este trabajo no va incluido en su sueldo. Además, tengo que pagar el espacio ya que la universidad funciona ahora cómo una empresa. ¿Por qué no les pido a estás mujeres que paguen ellas mismas? Porque la formación todavía es cara para ellas y están empezando pequeñas empresas que tienen que consolidarse. Pero para mí es una inversión porque si consigo estos cincuenta mil euros anuales de hoy a cinco años, en cinco años serán ellas mismas las que financien a las próximas participantes.

La gente me dice que esto de recaudar fondos es una locura ya que yo solo soy una profesora y va a ser prácticamente imposible que consiga el dinero, pero yo les contesto que las jóvenes empresarias que han tenido la oportunidad de tener una formación universitaria, tienen que recibir capacitación sobre la responsabilidad social inmediatamente porque si no se encierran en un individualismo orientado al propio interés y, sin darse cuenta, acaban en el ambiente corrupto del mundo empresarial. Hay que llegar antes que lo haga la corrupción.

¿Por qué quiero que estas empresarias creen un espacio de empleo para las chicas de las chabolas sin posibilidades de acceder a la universidad? Porque se trata de darles la posibilidad de consolidarse en un empleo y que así ellas puedan costearse los estudios posteriores, pero también levantar una familia, porque en África, si levantas a una mujer, levantas a una comunidad.

Es utilizar la lógica porque ellas han tenido la oportunidad de estudiar y no pueden ni deben avanzar solas. Por eso yo hablo de un feminismo inclusivo, un feminismo que no deje a nadie atrás

Y los gobiernos ¿les apoyan o les ponen trabas?

Mira, cuando se habla de gobiernos en África, estamos hablando de muchas cosas muy distintas. No existe un gobierno en el Congo, existe un gobierno en nombre, pero no se trata de un gobierno real. Bueno, estoy generalizando, pero suele ser así (risas).

Sin embargo, Kenia es un país que va teniendo sistemas. El gobierno no te da dinero para estos temas, pero si una mujer quiere empezar una cooperativa de señoras que hacen canastas, el gobierno facilita toda la burocracia. Han simplificado todo para que las mujeres puedan organizarse y conseguir sus propios recursos. Es algo que empieza a funcionar y parece que puede sostenerse, el gobierno dispone de sistemas de microfinanzas para las mujeres y los jóvenes.

O sea, el gobierno de Kenia las apoya.

Las apoya en lo relacionado con la legislación y las brinda asesoramiento sobre cómo montar una empresa y hasta cómo conseguir un microcrédito. Hay una serie de condiciones, por eso creo que esas jóvenes universitarias que han creado sus propias empresas, cuando ayudan a las mujeres del mundo rural, saben cómo llevarlo.

Y este proyecto ¿puede extrapolarse a otros países africanos?

Sí. Como ya te comenté, la financiación que yo necesito para 5 años son 250 000 euros. Veinte mujeres cada año, un grupo distinto orientado a iniciativas similares para conseguir un impacto grande en un mismo campo, antes de pasar a otras iniciativas. De aquí a cinco años, comprobaremos cuántas niñas de las chabolas tienen empleo y cuántas de ellas han podido costearse unos estudios secundarios. Se trata de cinco iniciativas muy similares con grupos de mujeres de distintas áreas.

Si después de dos años vemos que funciona bien, sería muy fácil trasladar esto a Uganda, a Tanzania e incluso sueño con llevar esto a El Congo. Allí tengo amigas que me pueden ayudar y saben cómo manejarse dentro del sistema.

2 comentarios en “ENTREVISTA A ANTOINETTE KANKINDI, LA MUJER QUE FORMA MUJERES LÍDERES EN ÁFRICA

  1. Recuerdo desde que la Corte de Los Ángeles permitió el acceso de las mujeres al Rotary, al haber presenciado Sábado pasado en Londres, la marcha del “INTERNATIONAL WOMEN’S DAY”, el camino recorrido ha sido tanto.

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  2. Pingback: ENTREVISTA A ANTOINETTE KANKINDI, LA MUJER QUE FORMA MUJERES LÍDERES EN ÁFRICA - Distrito 2202 de Rotary International

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